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Editorial: desarrollo insostenible.

Este último mes nos sorprendían las imágenes de la policía peruana cargando contra unos surfistas que pretendían impedir el enrocado de la playa La Pampilla de la Costa Verde, uno de los mejores spots que ofrece este país para la práctica de este deporte. Las obras, que al parecer no tienen ningún estudio de impacto ambiental detrás, se enmarcan dentro de la actuación en la carretera que discurre paralela a la costa, en algún tramo para construir un tercer carril, y en otros para proteger el existente, pues sufre continua erosión por parte del mar.

Por otra parte, en el mismo continente, un poco más al sur, surfistas chilenos cuya cabeza más destacada es Ramón Navarro, siguen una campaña destinada a proteger la costa de Punta de Lobos del desarrollo urbanístico incontrolado y la especulación. De hecho han liberado en la web el documental "El hijo del pescador" producido por Patagonia para extender este mensaje.

Son sólo dos ejemplos donde políticas de desarrollo mal entendido han chocado con la oposición de diversos grupos, en este caso de deportistas. Deportistas que desarrollan su actividad en la naturaleza y que miran más allá del dinero en sus bolsillos. Hay una cosa del surf, de cierta visión del surf, que me gusta, y es que busca adaptarse a la naturaleza y no al revés. Las olas son como son y vienen como vienen. Quizás por ello, muchos han interiorizado esa lección y demuestran una elevada conciencia ambiental (aunque hay de todo claro) No veo yo a futbolistas, jugadores de baloncesto o tenistas, por poner un ejemplo, que demuestren ese mismo interés.

En el año 2005 el periodista Richard Louv acuñó el término "trastorno por déficit de naturaleza" (TDN) En su libro "Last child in the woods" relataba que en los parques infantiles de EE UU los niños ya no se subían a los árboles ni se rebozaban en el barro. En buena parte del mundo los seres humanos vivimos en entornos grises, artificiales, rodeados de cemento y asfalto. Pasamos el día en sitios cerrados o mirando una pantalla, enganchados a mil y un gadgets electrónicos. Nos creamos un entorno que podríamos calificar de "virtual", acabamos perdiendo de vista la relación de las cosas, la comida nace en los supermercados, las playas son simples extensiones de arena donde tumbarse al sol, las montañas un decorado que quedan bien en la foto, los árboles simples objetos de decoración, la felicidad se mide en el número de dígitos de la cuenta corriente, etc.

Nos olvidamos de que somos naturaleza y que no estamos preparados para vivir alejados de ella. Nuestra salud física y mental se resiente en un entorno artificial, la naturaleza proporciona equilibrio y tranquilidad. Por eso es tan importante el contacto y por eso, el deporte outdoor, llevado a cabo con el debido respeto al entorno, es una buena forma de recuperar o mantener esa conexión.

Hay un dicho que afirma que sólo se ama lo que se conoce. Quizás no se cumpla en todos los casos pero probablemente quien haya sentido las olas, el aire de la montaña, el sonido del río o el fondo del mar sea capaz de ver algo más que un conjunto de billetes sobre la mesa. El dinero hoy por hoy mueve al mundo y a todos nos gusta disfrutar de las comodidades de la vida moderna. Eso no está mal pero nunca se debe perder de vista que hay cosas que simplemente no tienen precio.

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