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Historias: Beryl Burton

Para todos los aficcionados al ciclismo, e incluso para los no aficcionados, los nombres de Merckx, Anquetil, Coppi, Hinault o Indurain, por poner algunos ejemplos son de sobra conocidos. Sin embargo, el nombre de Beryl Burton a pocos dirá algo, a pesar de ser una de las deportistas más versátiles y con mayor palmarés del mundo de las dos ruedas. Más de 90 victorias a lo largo de su carrera, 7 veces campeona del mundo, 2 veces en ruta y 5 en pista, poseedora del record del mundo de las 12 horas todavía vigente (en tiempos poseedora absoluta, ningún hombre la batiría hasta 2 años después) 50 records nacionales a lo largo de su carrera en distacias que iban desde las 10 a las 100 millas, 72 títulos nacionales en distancias contrarreloj, 12 veces campeona nacional en ruta, 25 años consecutivos ganando la BBAR (una competición que agrupa varias pruebas contrarreloj) desde 1959 a 1983...


Y todo esto para un ama de casa que de pequeña sufrió fiebre reumática que la tuvo años convaleciente y paralizada en la mitad de su cuerpo, a la que su marido Charlie introdujo en el mundo de la bici de forma casual ,que nunca quiso ser profesional y que se encontró con una época en la que el ciclismo femenino estaba prácticamente ninguneado. Y todavía lo está si lo comparamos con su equivalente masculino, pero por ejemplo no fue hasta 1984 cuando el ciclismo femenino formó parte de los JJ.OO, algo que pilló a Beryl con 47 años, lejos de sus mejores años.

Con un método de trabajo muy simple y espartano, trabajar en la granja, a veces en jornadas de 12 horas, y aprovechar las horas libres encima del sillín. Como curiosidad, antes de una competición, era frecuente verla calcetando, decía que le ayudaba a mantener la concentración. En sus entrenos Burton llegaba a recorrer casi 1000 Km semanales por los valles de Yorkshire.


Siempre apoyada por su marido, su gran pilar, que tanto hacía de mecánico como de conductor. "Ella era mejor ciclista que yo", afirmaría. Lo conoció en su primer empleo en una sastrería de Leeds tras dejar el colegio con 15 años. Le llamó la atención el ruido que hacía un chaval que caminaba por la fábrica. "Lástima que es cojo" fue lo primero que pensó pero luego descubrió que el ruido venía de las placas de sus zapatillas de ciclismo. Se casó con él cuando sólo tenía 17 años.

La bici le llamó la atención y se mostró determinada a ser ciclista. Cuenta su marido que al principio tenía que empujarla porque no dejaba de descolgarse del grupo pero que al segundo año ya iba en el medio y al tercer año ya era ella la que solía tirar de los pelotones.

Su vida era el ciclismo y no era de extrañar que inculcara a su hija Denise desde muy pequeña en este deporte.


De esta forma se dieron ciertas situaciones curiosas como que madre e hija se enfrentaran en las carreras e incluso compartieran podio. En 1972 ambas fueron seleccionadas para representar a Gran Bretaña en el campeonato del mundo. En 1975, durante la disputa del campeonato nacional Denise superó a su madre arrebatándole en el título. Tan mal le sentó a Beryl que luego en el podio se negó a darle la mano. Celos o simplemente que Denise se aprovechó de su rueda durante la carrera sin darle relevo, nunca lo sabremos. Años más tarde, en 1982, madre e hija pedalearían esta vez juntas, en un tándem, para establecer el record británico de las 10 millas: 26'25".


La vida de Beryl llegó a su fin en 1996 cuando le falló el corazón mientras repartía invitaciones para su 59º cumpleaños. La enfermedad padecida de niña le dejó un problema de arritmias en el corazón. Beryl vivió su vida pedaleando y murió montada en su bici, haciendo aquello que más amaba.

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