top of page

Hablamos con Abel Atalanta

Abel Paniagua, o Atalanta como también se lo conoce, es otra de esas personas que se resisten a una clasificación. Podríamos definirlo como deportista y hablaríamos de un ultrafondista; en su haber tiene pruebas tan destacadas como el Tor des Géants (330 Km por montaña), el UTMB, la Travesera de los Picos de Europa, el Anillo Vindio, etc. (la lista es larga) o, quizás, como un maratoniano, pues en sus piernas cuenta nada más y anda menos que con 52 maratones, pero también es un apasionado de la bicicleta, triatleta ocasional y, pese a que no es su fuerte, hasta se atreve con travesías a nado. Pero ceñir el universo atalantaniano al deporte es quedarse corto. Melómano apasionado, escritor, lector incansable, cinéfilo... todo se funde y se conjuga de forma armónica. Vamos a conocerlo un poco más.


la foto (14).JPG

CP Mag: Hola Abel. Encantado de que podamos conversar contigo en CP Mag. Si me permites voy comenzar la entrevista preguntándote una curiosidad ¿de donde viene el nombre de Atalanta?


Abel Atalanta: Hola, encantado de atenderos. Atalanta es el nick que utilizo desde mis primeras incursiones en internet, jamás lo cambié. Desde crío me gusta la historia o la literatura, por lo que a la hora de elegir un seudónimo para aquellos foros que ahora nos parecen algo prehistórico, tuve claro que mi otro nombre saldría de ahí. Además, tenía que existir alguna relación con el deporte, y lo cierto es que Atalanta salió a la primera, casi al vuelo; a veces pienso que me estaba esperando. Atalanta es un personaje mitológico, una corredora invencible que ofrecía su mano al corredor que lograra vencerla, pero el reto tenía su lado malo: de perder, el pretendiente también perdería su vida, hasta que fue burlada y vencida por Hipómenes. Al final, después de años usando ese nombre, lo sentía tan asociado a mi personalidad que finalmente lo terminé por adoptar como apellido en otras redes sociales y firmando todos mis escritos de tal forma.


CP Mag: Tengo entendido que en cuanto a deporte empezaste en el baloncesto... y no se te daba mal.


A.A: Sí, comencé a jugar a baloncesto a los 14 años, cuando, al menos en Ciudad Rodrigo, era algo bastante exótico. Al principio era bastante malo, pero años después me di cuenta de que era por falta de carácter, no de condiciones. Soy bastante tímido, pero de crío lo era aún más, y puede que me conformara con lo básico o que me pudiera cierta sensación de ridículo a la hora de soltarme e intentar cosas nuevas, conformándome con los movimientos tipo que me enseñaban los entrenadores. Más mayor, me di cuenta de que, a pesar de estar bastante flaco, era, si no más fuerte, sí más resistente que la mayoría, y acabé convirtiéndome en una especie de perro de presa que siempre se encargaba de la estrella del equipo rival, a los que acababa dejando bastante hartos, los pobres. Por otra parte, acabé siendo un jugador bastante versátil porque me gustaba jugar en muchas posiciones, y a base de lucha, hasta alguna tarde inspirada llegué a tener, aunque nunca disfruté del talento real de alguno de mis compañeros. Jugué torneos serios hasta cerca de los cuarenta, ya compaginándolo con el mundo del fondo y la resistencia, con lo que la mejora en la condición física me vino bien para el baloncesto. Más tarde lo dejé definitivamente porque me parecía peligroso por el riesgo de tener una lesión grave. Ya veo poco baloncesto en la tele –realmente veo poco deporte televisado-, pero me parece el deporte de equipo más bello, mucho más duro de lo que la gente cree, y no puedo evitar cierta vinculación emocional con ese balón de cuero que para siempre decorará mi salón.


CP Mag: ¿Cuándo decidiste que lo tuyo era la larga distancia?


A.A: No creo que haya un momento en el que lo decides. Yo he seguido un camino similar a muchos otros atletas populares. A pesar de que me había pasado la vida diciendo que odiaba correr y que era aburridísimo, con veintitantos años, un verano me dio por entrenar con pequeños objetivos por los que todos hemos pasado: 10, 20 kilómetros, tras la consecución de los cuales, te sentías el rey del mundo. Y poco, muy poco después, decidí apuntarme a una media maratón que se corría entre Salamanca y Alba de Tormes el primer domingo de octubre. Recuerdo aquella mañana de domingo de 1994 perfectamente, lleno de dudas y miedos, pero la cosa salió muy bien. Si no recuerdo mal, hice 1:32. No volví a ponerme un dorsal hasta el año siguiente en la misma prueba, metiéndome entre los veinte primeros con 1:25 o algo así –fue una edición especialmente paupérrima en participación-. Al día siguiente, recuerdo que compré unas zapatillas en Salamanca y decidí que con ellas correría el Maratón de Madrid en abril. Así, a lo bruto, sin por supuesto conocer a nadie que hubiera corrido un maratón. Yo para estas cosas siempre he sido muy lanzado, nunca me han asustado los retos; si se podía bien, si no, tampoco pasaba nada. Pero a donde quería llegar es que para mí el maratón era mucho más que una carrera, era un reto, una aventura que poco tiempo antes, jamás me hubiera imaginado no ser capaz de completar, sino siquiera de intentar. Ese componente romántico, de aventura o locura, quizá es lo que al final me mueve a seguir y fijar objetivos cada año. Sé que soy afortunado, que con poco entrenamiento, puedo llegar a metas importantes que me aporten algo especial. Además, de unos años a esta parte, siento que las intensidades no me van, prefiero correr más largo y con más calma. Aunque mucha gente no lo entenderá, me parece menos agresivo para mi cuerpo correr 50 kms de monte que una media maratón a saco. Por ejemplo, nunca volveré a intentar correr una maratón por debajo de 3 horas, pero es una percepción totalmente personal.


Oporto 071.JPG

"Ese componente romántico, de aventura o locura, quizá es lo que al final me mueve a seguir y fijar objetivos cada año."


CP Mag: Te has recorrido toda la geografía española y parte del extranjero corriendo maratones. De los 52 cuáles han sido los que te han dejado un mejor recuerdo.


A.A.: Durante los últimos años, me he ido apartando del asfalto y de las citas internacionales en ciudades importantes donde se corre con decenas de miles de personas. Lo que yo busco hoy en el deporte, ya no me lo pueden dar ese tipo de eventos. Por eso me he ido centrando en la montaña y a lo que más tiendo últimamente es buscar dureza en soledad, con amigos o en carreras que yo considero especiales.

Pero si tuviera que elegir maratones, elegiría Sevilla que he corrido al menos cinco veces y que me he pasado años vendiendo a quien me quisiera escuchar, como el mejor de España por ser barato, planísimo, con una temperatura ideal y en una ciudad maravillosa. Parece que al fin, el tiempo me ha dado la razón, aunque, por lo que me han contado, alguna de esas virtudes se ha ido perdiendo por la inevitable mercantilización de un mundo en el que se mueve mucho dinero.


También a Madrid, a pesar de ser muy duro, le tengo un cariño especial por ser el que primero corrí, que también he repetido varias veces, y en el que más animación y apoyo del público he llegado a sentir, aparte de Euskadi, que es caso aparte.


Oporto también, por ser el único en que bajé de tres horas. Nunca he entrenado mucho, lo hago a mi aire, nada metódico por supuesto, huyendo de planes de entrenamiento; nunca hago series porque aunque sé que es lo que realmente te da la chispa y la marca, simplemente no lo disfruto, al igual que tampoco hago gimnasio o rodillo, porque lo que tengo claro es que yo hago deporte porque me gusta. A Oporto llegué encadenando tres medias en semanas consecutivas en las que fui rebajando tiempos con la idea de intentar el gran asalto en Portugal, donde sorprendentemente lo conseguí. También fue especial que fuera Oporto, para mí que soy un gran enamorado de Portugal.


Pero mi verdadera Meca del Maratón no es Nueva York, sino un pequeño pueblo de Palencia llamado Bascones de Ojeda. Para mi representa la verdadera esencia del maratón, el sano espíritu de un mundo que, en cierto sentido, durante los últimos años ha perdido naturalidad en beneficio de una “profesionalización” y pijerío algo absurdo cuando casi todos no somos más que una banda de mataos. El Maratón del Boedo se celebra en agosto y es la carrera de Gabriel, uno de esos peculiares tipos que tienen lo que dan. Corren alrededor de 50 personas, te apuntas por teléfono, es gratuito, duermes en una tienda junto al río a unos pasos de la salida y te colman de atenciones y obsequios. Se reúne lo más granado del mundo más integrista del maratón –creo que todos sabemos a qué me refiero-, que suelen correr la media el sábado por la tarde con un calor del demonio y doblar al día siguiente con el maratón, algo que yo también hice para celebrar mi maratón 50.


CP Mag: Con tantas aventuras que has vivido me resulta difícil destacar alguna. Habiéndote seguido desde hace tiempo por tu blog recuerdo especialmente el Tor des Géants, una prueba que tanto por su longitud como por el terreno en que se desarrolla me parece un desafío descomunal ¿es lo más duro a lo que te has enfrentado hasta la fecha? ¿qué supuso para ti?


A.A: Sin duda, Tor des Géants es el reto más exigente al que me he enfrentado en mi vida y no creo que ya tenga predisposición para volver a encarar algo semejante. Es mi recuerdo más especial por muchas razones, y es la única carrera en la que al finalizar, he pensado que he terminado demasiado deteriorado, donde realmente he creído que me había pasado de la raya. Por otra parte, el recuerdo permanece especialmente inmaculado y brillante, puede que el mejor de mi vida de los asociados al deporte. Participé en 2010, en la primera edición, no había referencias, y entre los participantes, entre los alrededor de veinte españoles, se creó un vínculo muy especial, que aún mantenemos vivo años después. Nosotros tardamos cinco días con apenas once horas de sueño para completar los 330 kilómetros con esos terroríficos 24.000 metros de desnivel positivo, durante los que, casi hasta el final, no acabas nunca de tener claro si serás capaz de vencer a la carrera. Aparte, el recorrido es el más atractivo e imponente de los que he corrido. Después volví en mi luna de miel al Valle de Aosta italiano para enseñarle algunos de aquellos espectaculares parajes a mi mujer, y seguro volveré con mi hija.


Tor 082.JPG

CP Mag: Otro momento que recuerdo especialmente fue tu buena actuación en el mítico Powerman de Zofingen tan sólo unos días después de completar con éxito la Ultra Trail du Mont Blanc ¿Te sorprendió tu rendimiento?


A.A: Es de esas cosas que solo se me ocurren a mí, o solo se me ocurrían a mí, porque ahora no soy tan duro o tan inconsciente. Estábamos apuntados al Ultratrail del Mont Blanc, y vi que en Suiza, no lejos de Chamonix, una semana después, se celebraba el Powerman de Zofingen, el considerado duatlón de larga distancia más duro del mundo (10-150-30), todo con perfiles de montaña, tanto en asfalto como en carrera a pie. No había entrenado nada la bici, y aunque parezca increíble, yo creo que el palizón de UTMB, no me vino mal. En la última vuelta en bici, en los pequeños pero durísimos puertos, sufrí un desfallecimiento tremendo que creí me obligaría a retirarme antes de afrontar el último segmento, pero comí bien y, mal que bien, tirando de experiencia –creo que el factor más importante en el mundo del ultrafondo-, me recuperé para completar los 30 kilómetros de monte, y aun entrando de los últimos, ser el tipo más feliz del mundo con mi medalla de finisher.


zofingen 009.JPG

CP Mag: Porque a pesar de toda tu experiencia siempre has tenido una cuenta pendiente con los triatlones de distancia Ironman. Tras varios intentos al final acabaste siendo finisher en una prueba que tú mismo te montaste, el “Ironman de Ciudad Rodrigo”


A.A: Mis problemas con el ironman me los tengo bien merecidos, porque, como contaba antes, a nivel de entrenamiento, nunca he guardado el respeto que merecen pruebas de dureza extrema, hasta que di con mi talón de Aquiles. ¿Por qué me he estrellado cuatro veces sin poder completarlo? Dejando de lado mi primera tentativa en Roth, donde estaba más ilusionado y con más entrenamiento que nunca, en el que días antes de la prueba enfermé, siendo la causa de mi retirada la fuerza mayor o la pura mala suerte, las razones de mis fracasos creo que son básicamente dos: la falta del entrenamiento que exige una prueba de estas características y el riesgo de deshidratación que sufre una persona como yo, con una capacidad de sudoración anormalmente alta, lo que me acaba provocando vómitos cuando me bajo de la bici, momento en el cual, ya es difícil enderezarse porque el cuerpo no admite nada. Sería fundamental entrenar más, sobre todo tiradas largas de muchas horas en bici, que yo no hago por falta de tiempo o pereza. Como bien dices, aparte de la meta del Northwest Triman que completé este año en As Pontes, prueba que por cierto, me encantó y donde volveré este año, tengo la meta de un ironman que me planteé conmigo mismo aquí en Ciudad Rodrigo. Volví tan desilusionado de Roth que decidí hacerlo por mi cuenta. A veces me pregunto de dónde sacaría el espíritu y la fuerza para llevarlo a cabo, porque hoy no sería capaz. La verdad es que fue una verdadera locura, pero lo recuerdo con cariño, y reconozco que tuvo mucho mérito. En ambas metas, la oficial en Galicia y la inventada en mi pueblo, hice prácticamente el mismo tiempo: 13:45. Aparte de completarlo con solvencia, me gustaría bajar a un crono más aceptable para mí. Y en ello sigo, este año apuntado al ironman gallego y al Iberman, aunque ese recorrido ciclista es muy duro, y ya a tantos meses vista, casi descarto completar el maratón. Me he apuntado porque el paquete con hotel sale muy barato y es un buen sitio para una excursión con la familia. En fin, siempre me digo que este año voy a entrenar más, pero ya se verá. También está bien conservar ese excitante miedo en la salida ante el que para mí es el reto con mayúsculas, el que no me provoca ninguna otra carrera.


Aviaman 003.JPG

CP Mag: Esta manera de entender el deporte, de inventarse pruebas, retos, quizás tenga su máxima expresión en el grupo “Jaramugos y Jumentos” de los que eres uno de los estandartes junto al Ciego Sabino y alguno más. Para quien no lo sepa ¿qué son Jaramugos y jumentos y cuál es el origen del nombre?


A.A: La idiosincrasia del club Jaramugos y Jumentos se ajusta perfectamente a cómo entendemos el deporte por ejemplo el CiegoSabino y yo, además de todos los demás miembros, amigos y arrimaos de todo tipo. Hay una frase que le leí a un triatleta veterano, José Ramón Castro, que decía “lúdico en la actitud, agónico en la ejecución”, que creo se ajusta muy bien a cómo nosotros entendemos este circo. Nos gusta el deporte, pero nos gustan muchas más cosas, lo que quiere decir que nunca vamos a enfocar el resto de nuestra vida desde esta afición, como ahora se estila mucho. Hacemos deporte, pero no nos tomamos demasiado en serio, sin nunca perder de vista que esto es deporte popular y que el objetivo al final es disfrutar y pasárselo bien, compitiendo o entrenando. Cuando te llaman “máquina” o cosas por el estilo, no puedes evitar tomártelo a broma. Por eso no somos capaces de marcarnos planes de entrenamiento demasiado exigentes, ya que, al fin, se convertiría en otra fuente adicional de estrés a los problemas que cada uno tiene a diario. Como contaba antes, yo tengo claro que hago deporte porque para mí es una fuente de liberación, y, en la medida de lo posible, no entra en mis planes tratarlo de otra manera. Por otra parte, soy bastante individualista en todo y llevo mal formar parte de organizaciones serias, que para mí, la mayoría adolecen de falta de capacidad de autocrítica. Por eso, mi club es un poco de chiste, sin cuotas ni registros, que aún presumiendo de grandes logros, no sigue caminos ortodoxos hacia ellos, siempre al estilo jaramuguil. Nuestro nombre y logo tenía que ir acorde con la idiosincrasia del club: un burro y un jaramugo, que es un pez de nuestro río, ya prácticamente desaparecido por la introducción de otras especies alóctonas. Claro, como no podía se de otra manera, el nombre fue surgiendo durante alguna tarde de cervezas.


Tor 028.JPG

"Nos gusta el deporte, pero nos gustan muchas más cosas, lo que quiere decir que nunca vamos a enfocar el resto de nuestra vida desde esta afición, como ahora se estila mucho. Hacemos deporte, pero no nos tomamos demasiado en serio"


CP Mag: Después de tanto ultra te enfrentas a la prueba definitiva que es casarte y ser padre, un desafío con mayúsculas. Partiendo de esta nueva situación ¿qué objetivos deportivos tienes de cara al futuro inmediato?


A.A: Sí, en estos últimos dos años, todo ha pasado muy deprisa hasta llegar a la etapa más feliz y estable de mi vida.. Tampoco noto que mi relación con el deporte se haya debilitado, simplemente ha cambiado; si soy sincero, estas semanas estoy entrenando más que nunca para los 100 de Vallecas, aunque sí que han cambiado algunas cosas. Ya no viajo tanto como antaño para competir; no es ya que no pueda por el tema del matrimonio y la paternidad, es que simplemente no me apetece, prefiero entrenar en casa, y al menos un día del fin de semana, hacer una tirada de las largas. A ello se une que muchas de las actitudes y comportamientos que veo en carreras, no me convencen, no estoy cómodo, y prefiero correr carreras más humildes. Sí es verdad que tener una niña hace que el tiempo disponible se vea completamente mediatizado, pero para lo que yo entrenaba, por ahora, está bien. Me ha afectado más a otras de mis actividades, como estudiar, que sí lo veo especialmente complicado.


"Muchas de las actitudes y comportamientos que veo en carreras, no me convencen, no estoy cómodo, y prefiero correr carreras más humildes."


CP Mag: Cualquiera que haya seguido tu blog se da cuenta que el deporte sólo es una de las piezas del engranaje, quizás el hilo conductor, pero en tus entradas hablas de muchas más cosas, de arte, de cultura, de música, de poesía. Al final has escrito un libro: “En extraplomo”. Cuéntanos cómo resultó la experiencia y si tienes pensado repetir como escritor.


A.A: Un afortunado día de agosto de 2008 comencé con mi blog “Kamikazes Enamorados”. Para mi vida fue un día importante porque poco a poco descubrí que me gustaba compartir pasiones y escribir, una afición que ya nunca podré abandonar. Durante la fugaz edad dorada de los blogs, conocí a muchísima gente interesante –entre ellos, a ti-, hice otros amigos y descubrí que había gente a la que le interesaba o gustaba lo que escribía. Comencé a tratar de deporte, pero como bien dices, mis intereses abarcan otros campos, a los que me sigo dedicando sin un plan definido. Aunque hoy triunfan otras formas de relacionarse en internet, tengo clarísimo que mi modo natural de expresarme, por mi estilo algo torrencial y descontrolado, es el blog. Que haya al otro lado alguien interesado, no deja de parecerme entre sorprendente y milagroso, a lo que estoy siempre muy agradecido. Al principio te sientes inseguro, pero si te paras a pensarlo, no se trata más que un problema de orgullo y vanidad mal entendido. Como en el deporte, no hay que tomarse demasiado en serio, somos meros aficionados.

Tenía claro que acabaría publicando, y que mis dos primeros pasos serían el volumen que agrupé con el título “En Extraplomo” donde recopilo relatos de varias épocas que no quería perder y textos muy personales sobre la etapa más complicada de mi vida. Dejando de lado los relatos, es un libro raro, heterogéneo, poco comercial, pero quería ser honesto conmigo mismo, fijar su calidad en función de la fidelidad del testimonio de aquel íntimo tormento, del que, al igual que el deporte, utilizaba la escritura como vía de escape.

El segundo paso estaba decidido también de antemano. Cambiando totalmente de tercio, mi próximo libro,que se publicará en un par de meses se llamará “Del fondo al ultrafondo. Diarios de un popular”, donde cuento cómo empecé a correr mi media maratón hace ya veinte años y dónde he llegado, recopilando retocadas las que yo considero mis mejores aventuras, crónicas o escritos de diferente naturaleza, retratando casi ya una vida diseccionada en varias secciones como el maratón, el ultrafondo, el triatlón, el ciclismo, los retos inventados, las derrotas o lo que yo llamo “la mística del fondo”. Más tarde, el próximo año mi propósito es publicar el próximo año mi primera novela.


CP Mag: También es destacable tu afición al cine y a la historia. Cuando acabas una prueba tienes un grito de guerra muy especial: ¡Yo soy Espartaco! ¿Qué es lo que te hace identificarte con el personaje?


A.A: Siempre que acabo algún reto que yo considere me ha supuesto un gran esfuerzo, sea prueba oficial o no, al terminar la crónica firmo con “¡¡YO SOY ESPARTACO!!”. Empezó siendo una broma, pero al final se quedó como clásico cierre. Hace años creía que todo el mundo sabía de dónde venía –ahora me siento algo mayor en mis gustos y no lo tengo tan claro-, de una escena del clásico de Kubrick: Craso, después de derrotar a los esclavos sublevados al frente de sus legiones, les ofrece perdonarles la vida si le revelan quién es Espartaco; es entonces cuando todos los esclavos se levantan al unísono y gritan: “¡¡YO SOY ESPARTACO!!”, con la carga emocional que ello conlleva. La escena y la película ya eran de mis favoritas cuando era chaval, como bien dices, siempre enamorado de la historia y el mundo romano en particular. Y lo sigue siendo ahora, cuando al menos la veo un par de veces al año. Me gusta por muchas razones, entre las que podría enumerar que, aunque se trate de una película de encargo de Kirk Douglas, el productor aquí, y sea su película menos personal, sigue siendo una película de Kubrick, que el reparto es brutal, con Kirk Douglas, Laurence Olivier, Peter Ustinov o Charles Laughton, que el guionista es Dalton Trumbo, uno de “Los diez de Hollywood” que vieron truncada su vida profesional en la delirante lucha contra el comunismo en Estados Unidos, quebrando los propios derechos que encarna la Constitución americana en una de los episodios más vergonzosos de la historia de Estados Unidos, también porque a lo largo del desarrollo de la película puedo ver en carne y hueso creíbles personajes históricos sobre los que había leído, y en fin, porque la película representa el triunfo de lo imposible, algo muy apropiado para muchos de los retos que nos planteamos. Hace un par de años vi que se emitía una serie sobre Espartaco en el estilo actual, lleno de tíos cachas y mucha sangre, pero para mí eso es una suerte de blasfemia, Espartaco solo puede haber uno. Uno de los mejores regalos que me han hecho en mi vida es la cartelerra de la película en la que aparece Kirk Douglas pero con mi rostro, un dibujo de mi mujer que pinta muy bien, y que, por cierto, tengo colgado en el blog.


2012-05-24 08.33.33 (1).jpg

"La película representa el triunfo de lo imposible, algo muy apropiado para muchos de los retos que nos planteamos."


CP Mag: Ya para ir terminando, a un melómano como tú me atrevo a pedirle una lista de canciones como banda sonora de esta entrevista. Haznos un top-5 y coméntanos un poco los motivos de la elección.


A.A: Como con mucha gracia explica Nick Hornby en su novela“Alta Fidelidad” plantearle una pregunta de este tipo a un apasionado de la música es una puñalada trapera, porque te pasarás varios días pensando si deberías haber elegido alguna otra diferente. Confieso que, de primeras, descarté elegir cinco canciones porque me parecían demasiado pocas, que elegiría diez o quince, pero al final me dije que eran las reglas y punto, así que allá van, un reflejo de mi momento musical actual, o de a dónde me han llevado tantas horas de música. Como las encuestas, está “cocinada”, tratando de que queden representados los estilos que más escucho a día de hoy.


“Racing in the Street” (Versión incluida en “The Promise”), de Bruce Springsteen. Ya lo he escrito muchas veces. Aunque ahora me pasa lo mismo que con De Niro y sus películas, que prefiero que no publique más discos, para que no siga dilapidando el prestigio que le otorgaron unas canciones maravillosas, es obligado ponerlo, porque gracias a él descubrí la música siendo un chaval y por ejemplo, esta canción me sigue pareciendo perfecta, tanto la música como la triste historia que cuenta, quintaesencia del imaginario springtiniano. Al boss lo considero más como un amigo que como un músico; ha estado junto a mí siempre, y con sus mejores canciones, seguirá estando ahí hasta el final. Solo él me hace sentir de esa manera, la misma que cuando era adolescente.


“Transatlanticism” de Death Cab for Cutie. Quería escoger algo de pop, y probablemente a alguien le parezca raro que no tire de algo más viejo o clásico, pero este disco de principios de siglo, de título homónimo me parece una maravilla, o tal vez lo descubrí en un momento en que me encontraba algo vulnerable, llegándome especialmente su mensaje. Esta canción está engarzada a la anterior y a la siguiente en una trilogía excepcionalmente afortunada. Le hizo justicia su memorable elección en un capítulo de “A dos metros bajo tierra”, una de mis series favoritas. Nunca volvieron o volverán a grabar algo así.


“Wanted Man”, de Nick Cave. Si lo lista hubiera sido algo más larga, seguro hubiera puesto algo de hardcore, porque como hace unas semanas escribía, a veces quiero o necesito romper cosas y no puedo o no me dejan. El rock and roll, el ruido, tiene que estar ahí y la mejor forma es utilizar a uno de mis cantantes favoritos, Nick Cave –hoy bastante más tranquilo que antaño, aunque igual de inspirado-, tirando de la tradición americana representada por los compositores de la canción, Bob Dylan y Johnny Cash, tronco que así también aparece retratado en mi lista, y de cierta conexión envenenada con el blues, muchas veces punto de partida del genio australiano.



“Agnus Dei” de Samuel Barber. Últimamente escucho tanta música clásica o jazz como pop o rock. Por ejemplo, de camino al trabajo, ya no sintonizo las tertulias que hay en casi todas las emisoras y me quedo aparcado en Radio Clásica. Me ha sido difícil elegir una pieza porque hay muchísimas que me matan. Al final tiro de un compositor “moderno” del que todos conocéis el emparentado adagio tantas veces utilizados en cine. Si Nick Cave podía ser el diablo, mucho de lo oscuro que albergamos en nuestro interior, esto podría ser Dios, en la forma en que cada uno entienda el concepto, o mejor aún, la música que podía sonar entre las cuatro paredes de una habitación como la del final de “Odisea 2001”



“Round Midnight” de Miles Davis. Siguiendo con la analogía, el jazz podría ser el hombre jugando a ser Dios. Me pasa como con la clásica, aunque antes la escuchaba esporádicamente, ahora siento que hay un mundo ahí detrás que me conecta con todo lo que me apasiona del arte, los libros que actualmente me interesan o la cultura en general. Atrapar la esencia de la vida es algo imposible, pero con el jazz a veces me ocurre como si estuviera a punto de subirse un telón o derrumbar una pared y mostrarme otro mundo, o simplemente la vida tal y como es en realidad. Hay veces, incluso, que escuchando el lenguaje salvaje de Coltrane o Charlie Parker, se puede llegar a sentir algo de vértigo. Elijo “Round Midnight” por considerarlo accesible y lleno de esa misma magia difícil de definir.


Desde que empecé a escuchar música, aun con altibajos, no he dejado de sentir ganas por descubrir y entender, y hoy esa ansia la siento más viva que nunca. Al final, escuchar música, digamos “en serio”, durante una vida entera, también es un camino durante el que se aprende y también se pierde mucho –la mitad de los discos que me entusiasmaban de joven, ahora no los escucharía ni borracho-, pero no es algo a lo que renuncio, forma parte de mi viaje y de mi bagaje. Sin embargo, siento que hoy no tengo tiempo para, según mi criterio, naderías. Creo que todas las composiciones elegidas, cada una en su estilo, denotan la intensidad que hoy persigo.



Pues eso es todo. Una vez más darte las gracias. Todo un placer que compartas tu tiempo con nosotros y desearte muchísima suerte para los nuevos proyectos.


Gracias a vosotros por una atención que no merezco, y no es falsa modestia.

Share the Love

Entradas recientes:
bottom of page